viernes, 29 de abril de 2011

De cartas sin escribir y otros agradecimientos.

No guardo ninguna carta de amor. Ni nota. Ni sms. Ni foto. Nada. Una vez se acaba, se acabó, para siempre ¡hasta los regalos se (re) regalan! Pero de lo que más me pueda arrepentir, es tal vez, de no haber escrito ninguna carta de amor, y una vez pasado el tiempo parece que todo aquello sólo fue una nube de posibles, futuribles y castillos... Todo se diluye progresivamente en lo inmemoriable.

Pero, a pesar de todo, son los detalles los que (me) perduran en el tiempo, así que ahí va mi declaración de hoy, mis cartas no escritas a ese hombre que encendió mi pasión, a ese que consiguió ablandarme, al que me enseñó qué era un romance, al chico que me miró durante 3 paradas de metro. A ti, a ti, y a ti también.

Recuerdo la manera que tenías de masticar chicle cuando se te ocurría alguna maldad de las tuyas; la vida intensa y tu caballerosidad perpetua. No sé si volveré a enamorarme algún día de la misma forma, ni siquiera sé si soy la misma.

Recuerdo cuando, a pesar de esa coraza de hombre que siempre vestías, por las noches me preguntabas si algún día te abandonaría; las palabras " qué piernas tan suaves " dichas de tus labios; y cómo cocinabas. Extraño pensar que había conocido al hombre de mi vida. Me alegro de haber abierto los ojos a tiempo.

Recuerdo cómo tu conciencia se dejaba abandonar por un beso; tu precioso pelo largo y el grado de inteligencia que quedaba completamente fuera de mi alcance. Me da miedo pensar que todas las personas sólo tenemos UN momento adecuado. Gracias por todo.

Recuerdo el día que me dijiste que te habías enamorado locamente de mí. Habíamos pasado cuatro días juntos, tu valentía me cautivó, aunque no se volviera a dar. Es horrible ver cómo involucionan las personas.

Recuerdo tu sonrisa torcida y tus manos; tus despertares llenos de inocencia y de equilibrio; tus palabras llenas de pureza. No hay mañanas-tardes iguales. Te deseo toda la felicidad, de veras.

Recuerdo el silencio, tu ausencia, y cómo hacías del tiempo un plano radiocéntrico; el ímpetu que ponías para que aprendiera a saborear los momentos en lugar de atiborrarme de ellos; y tu olor. Ese olor no lo olvidaré jamás.

Recuerdo que eras muy guapo. Espero que lo sigas siendo.

Recuerdo tu forma de fumar, era como del siglo XVI; y tu forma de hablar atropellada, me parecía muy sensual. Nos volveremos a encontrar en algún momento.

Recuerdo una conversación en la que me explicaste entre risas y cerveza que te gustaba porque era " una mujer poco recomendable ". Ahora es un estigma que me persigue y, la verdad, puede que tuvieras algo de razón.


A todos he de decir lo mismo, estén o no presentes ya,  
un placer haber coincidido en esta vida.




P.S. Me consta que a más de uno le da miedo mirar aquí dentro, como si este blog fuera (sólo) la caja de los truenos. Espero haber convencido de que la gratitud es una virtud.

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