Cuando somos niños no tenemos miedo, actuamos en correspondencia a sensaciones y sentimientos sin importarnos más allá de los castigos de nuestros padres. Según avanzamos nos enseñan a disimular, a esconder y a crear estratagemas, hasta llegar a la adolescencia. Entonces, desacreditamos a nuestros mayores y sus lecciones de supervivencia, y nos enamoramos. Ese primer amor del que tanto habla todo el mundo, tal vez puede que no se olvide porque somos puros, porque no nos importa decir que sufrimos, porque nos da igual asumir que somos humanos.
Pero una vez superado este, retomamos el camino del orgullo, la vanidad y el ego, empujándonos con los años a perder frescura con engaños, mentiras, golpes de cadera y maquillaje, a seguir las líneas prestablecidas (noviazgo-perro-matrimonio-hijos) exarcebando la estrechez de nuestras mentes.
Ese je ne sais quoi que nos convertía en especies únicas, por suerte o desgracia, se va diluyendo en el tiempo, convirtiéndonos en autómatas moldeados. Pero no nos engañemos: seguiremos amando, seguiremos jodidos a ratos, seguiremos mirando hacia atrás, y nos seguiremos equivocando.
Somos todos
escribís bien, a veces, pero otras os pasáis de pretenciosas y publicáis más de lo que da de si vuestro talento. En fin, estáis perdiendo la frescura inicial. NO por ello dejo de leeros. Seguid así, pero igual deberíais dosificar.
ResponderEliminarPor suerte o por desgracia esta no es mi profesión, es una manera desahogarme. No pretendo gustar a nadie, y si lo hago, pues mejor. Pero ya te digo que yo cobro lo mismo todos los meses guste esto más o menos :)
ResponderEliminarSeñor Paprika, siento que no le haya gustado especialmente esta entrada, pero como dice Alsace, no es profesión.
ResponderEliminarEsto nació como un blog entre amigos que emigraron demasiado lejos los unos de los otros como para poder contar las idas y venidas de sus vidas en una tarde de café, y así no reventar por un ojo de espanto.
Asún así, gracias por el comentario, es agradable leer una crítica con educación :)