Él era chico de maneras clásicas y buen conversador, a la par que atractivo.
Fue la mejor primera cita de mi vida, con diferencia.
Al día siguiente...
- Muchas gracias por todo.
- Gracias a usted por su visita (en tono jocoso), ya sabe donde encontrarme.
- Y tú también.
[fragmento real]
Conclusión:
Mis bragas! :´´( (PUTOS TODOS y yo la primera por dejármelas)
ResponderEliminarSe suele dar por hecho que la desaparición de bragas en un momento postcoital lleva aparejada o bien una especie de malsana parafilia o una expresa intención de retroalimentar la vanidad del individuo -desde este momento, robabragas-, pero eventualmente se olvida que puede existir un móvil fundamentalmente económico: su puesta a la venta en puestos de venta ambulantes. Esto no es ni mucho menos disparatado visto lo que sucede en otros países como Japón, donde el asalto a braga armada se ha convertido en una peligrosa -a la par que antihigiénica- costumbre.
ResponderEliminarDicho lo cual, me gustaría pensar que, de haber empezado a robar bragas desde que tengo edad para trabajar, podría sostener mi propio puesto de mercadillo los domingos, pero siendo sincero conmigo mismo creo que vendiendo bragas robadas iba a pasar largas épocas de hambre y calamidades.
De todas formas, pensadlo de esta manera: vuestra ropa interior hurtada (usando un vocabulario técnico-jurídico apropiado) está sirviendo a la recuperación económica en la medida en que ahora mismo es probable que sean objeto de consumo, y ello favorece en gran medida al pequeño empresario y, a su vez, a las grandes superficies como El Corte Inglés o la tienda de chinos del final de la calle, que son las que en última instancia proveen de nuevas bragas a las víctimas del hurto.