sábado, 4 de junio de 2011

Crisis.

En las ciudades tienes la oportunidad de ver cómo avanzan las modas y las personas en muy poco tiempo. Tiro alto, tiro bajo, Woodstock is back, colores flúor, pelo corto, pelo largo, cápsulas del tiempo en bolsas de Zara. Pero hay algo que se mantiene firme en todas y cada una de las mujeres con un toque presumido (que no presuntuoso): las crisis existenciales derivan en crisis capilares.



La pagamos con nuestra imagen cuando no somos capaces de darle una vuelta de tuerca más a nuestra vida, cuando los períodos de estancamiento personal, laboral o emocional son demasiado largos y el panorama individual es desolador. Así pasamos de rubias a morenas, de melenas largas cual vulgar Rapuntzel a la viva imagen de la teniente O'Neill, obsesión con el deporte, piercings, tatuajes sin explicación alguna. Y si sale mal es el momento de tener la excusa perfecta para la destrucción completa y total del autoestima; en lugar de tener el valor suficiente para hacer de nuestra vida lo que siempre quisimos, y así ser felices.








¿Se puede calmar la ansiedad con Schwartzkoff? ¿Nos hace menos desgraciados comprar artículos cual caballo desbocado? ¿Es el materialismo el reflejo de la destrucción interna?



Locas teorías 2.0.

2 comentarios:

  1. Ay, que desolador es leer este post, no es naranja ni parecido, manipulado por una crisis existencial.
    no te hace menos desgraciada, el truco está en "¿cuántos dedos ves...? concéntrate, ve lo que no ven lo demás.."

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  2. Rasputín-Rapsodas4.6.11

    Mientras sea pasajero y dure un rato.
    En Lemuria no se sufría de eso. Habría que hacer una radiografía con vectores circulantes.

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